En un anticuario cercano a mi casa pregunté al encargado si tenían objetos rotos. El vendedor ni se mosqueó y me señaló una caja de cartón en el fondo del local llena de trozos de objetos de diversos tamaños, materiales y formas. Para mi fue una sorpresa que mi solicitud no resultara insólita y aprecié su paciencia por dejarme hurgar libremente por un buen rato.
Escarbar en el naufragio de objetos deshechados fue todo un ejercicio. Este plato lo recuerdo especialmente porque pude recuperar todas sus partes excepto un trozo en el centro. Quizás lo faltante aún esté allí, en la caja, pero yo no lo pude encontrar. Lo primero que pensé es que ese faltante era interesante porque podía insertar una especie de globo de diálogo de una historieta. El hombre diciendo algo. Con esa idea en mente me llevé el plato (y algunos otros) a mi casa.
Clarisabel
Te invitamos a conocer nuestro otros proyectos de Kintugui